martes, 13 de julio de 2010

Robots afectuosos: acompañan a personas en recuperación


Paro, un robot con forma de cachorro de foca de Groenlandia gorjea y bate las aletas cuando se lo acaricia, parpadea cuando se encienden las luces, abre los ojos ante un ruido fuerte y aúlla cuando se lo manipula con brusquedad o se lo sostiene cabeza abajo. Dos microprocesadores colocados bajo su piel artificial blanca adaptan su comportamiento sobre la base de la información que reciben docenas de sensores que captan el sonido, la luz, la temperatura y el tacto. Levanta la cabeza al oír su nombre, un elogio y, con el tiempo, las palabras que escucha con frecuencia.

Paro, cuyo nombre deriva de las palabras "personal robot", es parte de una camada de máquinas que a menudo son extrañas, bastante primitivas y, sin embargo, extrañamente irresistibles.

Para los adictos en recuperación, los médicos de la Universidad de Massachussets están probando un sensor que se lleva en la muñeca y está diseñado para percibir el deseo de consumir drogas y enviar mensajes de texto que ayuden a controlarlo.

Aquellos que añoran un compañero hecho a medida y tienen 125.000 dólares para gastar pueden adquirir una cabeza robótica parlante modelada según la personalidad elegida que se ríe de sus propios chistes y reconoce los rostros familiares.

Los que quieren adelgazar pueden contar con un robot de 40 centímetros con una pantalla táctil en la panza, grandes ojos y voz de mujer que, sentado sobre la mesada de la cocina, les brinda aliento para continuar la dieta después de calcular las calorías que consumieron y los ejercicios que hicieron.

Robots guiados por alguna forma de inteligencia artificial ahora exploran el espacio exterior, lanzan bombas, practican cirugías y juegan al fútbol. Computadoras que funcionan con software de inteligencia artificial responden llamadas de servicio al cliente y derrotan a los seres humanos al ajedrez y, quizá, en los concursos de preguntas y respuestas.

Fuente: clarin.com

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